¿Nuevo Apocalipsis?
[SEPA/Diario El Peso] Entre la apatía de los medios periodísticos internacionales y el divertimento global asegurado hasta el 12 de julio, un asombroso despliegue militar está teniendo lugar en la zona del Golfo Pérsico protagonizado por los Estados Unidos y sus aliados regionales. El hecho sólo encuentra antecedentes en la intervenciones militares de la dinastía Bush en los años 1991 y 2003.
Véalo en Wikipedia
Noam Chomsky
Noam Chomsky
El Presidente Barack Obama ha promulgado el pasado jueves 30 de Junio una ley del Congreso Norteamericano con sanciones económicas muy importantes contra Irán, destinadas a presionar al país asiático para que abandone sus proyectos nucleares. Muchos interpretaron que esta medida importó una verdadera agresión que no tardará en provocar por parte del gobierno iraní una reacción proporcionada.
La consecuencia más importante de estas últimas medidas es el corte de suministro de petróleo refinado, que el país asiático requiere como insumo indispensable para el funcionamiento de sus servicios básicos. Irán, a pesar de ser uno de los mayores proveedores mundiales de crudo, sufre una dependencia estructural por no haber desarrollado la tecnología necesaria para refinar petróleo.
Su economía se basa en la exportación de la materia prima, pero luego requiere importar el producto refinado para consumo. Si se concretaran las sanciones, el suministro de gasolina corre riesgo de disminuir al punto de paralizar al país.
La estructura económica de Irán fue diseñada desde los lejanos años del otrora mítico y hollywodense “Sha de Persia” Mohammad Reza Pahlevi, apreciado aliado de los países occidentales. La elite gobernante de aquel momento aceptó la clásica asignación de un doble rol que la economía política ortodoxa occidental reservaba a estos países: por un lado eran felices proveedores de materia prima y por el otro, compradores de productos con valor agregado, elaborados en esos países centrales.
Este diseño provocó el desmesurado enriquecimiento de la clase dirigente local y de sectores satélites ligados al poder y el empobrecimiento de amplias capas de la población, que en el futuro engrosaron las filas de los “revolucionarios” que los derrocaron en nombre de islam. Éstos últimos tampoco cambiaron en sustancia la estructura social antes imperante pero sí su política frente a occidente, tornándola más agresiva.
En este contexto de precariedad ideológica y dependencia técnica no es irrazonable la pretensión de Irán de buscar energías alternativas [incluso la nuclear] para comenzar a equilibrar la ecuación energética del país, si no fueran acompañadas estas intenciones con una retórica belicosa y retardataria.
A su vez esta actitud iraní es funcional a cualquier política extranjera, que bajo el pretexto de impedir la propagación irresponsable de armas de destrucción masiva, puede concluir con el apoderamiento violento de los preciados yacimientos petrolífero del país, tal como acoteció con sus vecinos Irák y Kuwait.
Resulta interesante destacar la disonancia entre la retórica y la política efectiva que acompaña la misma. Al igual que en la era Bush los Estados, pregonan una defensa del mundo libre, de la seguridad mundial y de la democracia. Esta permanente preocupación, no le impidió apoyar a la cruenta dictadura iraní del Shá de Persia a través de la propia CIA, como tampoco lanzar operaciones desvastadoras con cientos de miles de víctimas civiles en Irak, ni asegurarse la provisión de crudo por sobre toda consideración filosófica.
A su vez las elites gobernantes de Irán han mostrado tanto en su frente interno como en su política internacional, un perfil agresivo y amenazante con una retórica retardataria e ingenua que impulsaría a “Winie Poh” a organizar una campaña bélica mundial en su contra en nombre de la seguridad global. El Resultado de esta histérica realación es una curiosa simbiosis suicida, retorcida y peligrosa para la paz mundial.
¿Qué está pasando ahora en las inmediaciones del Golfo de Persia?
Teherán, en lo que parece una tardía reacción, ha intentado cambiar su retórica y rechaza acusaciones de pretender lograr la bomba atómica y asegura que el enriquecimiento de uranio es con fines civiles.
Por su parte, ha trascendido en la prensa especializada un aumento considerable de la presencia militar norteamericana en las cercanías de Irán calculada entre cuatro y cinco portaviones con sus flotillas hasta agosto. Entre estas fuerzas el portaviones Harry S. Truman y su grupo de ataque acompañado de la fragata alemana Hessen “operando bajo comando estadounidense”, y se especulaba con la presencia de un buque israelí.
En un artículo publicado por el lingüista Noam Chomsky se consignan de diferentes fuentes, detalles de los movimientos estratégicos norteamericanos. En este sentido cita al Sunday Herald, de Glasgow, que afirma que el equipamiento militar movilizado incluye 387 destructores de búnkeres para hacer explotar estructuras subterráneas reforzadas. El periódico citado publicó afirmaciones de el director del Centro de Estudios Internacionales y Diplomacia de la Universidad de Londres, Dan Plesch que dijo: “Están activando el engranaje para la destrucción de Irán… Los bombarderos y los misiles de largo rango de EEUU están preparados para destruir 10.000 objetivos en Irán en pocas horas”.
Chomsky cita al periódico del Ejército estadounidense Military Review, que publica declaracones de Amitai Etzioni quien insta a los Estados Unidos a un ataque no sólo contra las instalaciones nucleares de Irán, sino también contra sus activos militares no nucleares, incluyendo infraestructuras [es decir, sociedad civil]. “Este tipo de acción militar es semejante a las sanciones: causa daño con el fin de cambiar conductas, aunque por medios más poderosos”, agrega Etzioni.
Fuentes militares de los Estados Unidos han informado a las autoridades de ese país que la magnitud del esfuerzo militar y estratégico de Irán no alcanzó una masa crítica que implique un real peligro para la región. El gasto militar del páis es menor que el de sus vecinos y su política nuclear una herramienta disuasiva [poco inteligente] para retrasar una presunta invasión.
Dos impedimentos aparecen en el horizonte estadounidense, que demoran su intención de invadir Irán. Uno de ellos es la oposición de Rusia, que no permitiría un conflicto de tal magnitud cerca de sus fronteras y el otro el costo de simular un peligro global inexistente, como se hizo con la invasión a Irak, por el costo político interno que tal maniobra tendría.
En este sentido se ha especulado que la asfixia energética a la que se someterá a Irán provocaría una reacción desesperada de este país que terminaría lanzándolo a una confrontación suicida. Se espera con ansiedad en círculos militares de los Estados Unidos que el Persia reaccione en forma violenta, lo que permitiría al pentágono “defenderse” en forma “legítima” y por fin acceder a los preciados yacimientos.
Mientras tanto, las fuerzas aéreas de Israel y los Estados Unidos realizan ejercicios conjuntos de bombardeo en Yemen y Azarbaiyan a la espera de un pronto desenlace del conflicto. El cercano colapso energético de los Estados Unidos lo amerita.
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